Por Chessil Dohvehnain
Libia Brenda estudió lengua y literatura; trabaja en la industria editorial desde hace veinte años, es escritora y traductora. Escribe ficción especulativa y su trabajo se ha publicado en varias antologías y revistas, además de haber sido traducida al italiano y al inglés. Es una de las cofundadoras de la MexiCona [@MexiCona_CF] y del Cúmulo de Tesla [@Cumulodetesla], colectivo multidisciplinario que promueve el diálogo entre arte y ciencia. En 2018 formó parte de la Mexicanx Initiative y en 2019 fue la primera mujer mexicana en obtener una nominación a un Premio Hugo, por la edición de la antología A Larger Reality/Una realidad más amplia. Editó también Un universo en el que no nos extinguimos. Una realidad más amplia 2.0, proyecto híbrido y bilingüe de ciencia ficción que es también un videojuego.
En entrevista para The Fiction Review, Libia Brenda nos cuenta sobre su formación como lectora, los problemas que la literatura de la imaginación enfrenta en nuestro país, la MexiCona como primera convención online sobre literatura especulativa, y sus proyectos por venir.
Chessil Dohvehnain: Es un enorme placer charlar contigo, Libia. Pero en primer lugar, platícanos quién es Libia Brenda, en tus propias palabras. ¿Cómo terminaste escribiendo ciencia ficción y por qué?
Libia Brenda: Soy una mujer que nació y creció en Puebla. Salí corriendo de ahí, así que soy tránsfuga, y llegué a vivir a la Ciudad de México, hace casi veinte años. Escribo, edito, cocino, bebo mucho café; me formé leyendo y desde siempre me interesé por hacer más cosas relacionadas con la literatura. Creo que no hay una razón específica por la que empecé a escribir ciencia ficción o literatura fantástica. Me salió de manera espontánea, porque siempre he sido una lectora de géneros no realistas, o para usar el término que acuñó Alberto Chimal, de literatura de la imaginación; y cuando empecé a escribir, para mí fue muy natural imaginar historias fantásticas o de ciencia ficción.
CD: ¿Y cómo fue tu formación como lectora de la literatura de la imaginación?
LB: Recuerdo que a los cuatro años leí El cochero azul (de Dora Alonso) un libro con muchos elementos fantásticos que sembró una semilla en mi cabeza, un gusto por habitar ciertos espacios literarios que nunca se me quitó. Durante mi adolescencia y mis primeros veintes leí a Tolkien, a Frank Herbert, a Ursula K. LeGuin, a Angélica Gorodischer, a Cortázar y a Borges; también pasé por Tolstoi y Wiliam Golding, y recuerdo con mucho cariño a Poe y a Robert Lewis Stevenson. Todas esas personas me dejaron maravillada, me mostraron las posibilidades de la imaginación. Luego me fui enterando de que había una división, de que el establishment cultural se empeñaba en dejar al margen estos géneros que yo amaba tanto, y me sorprendí, porque para mí era la mejor literatura del mundo. Y todavía lo creo.
CD: A veces pienso que la mayor parte de las y los lectores mexicanos nos acercamos a la literatura en general desde esa realidad más amplia que mencionas, la de lo fantástico, lo tenebroso, la ciencia ficción. ¿Por qué crees que esto cambia al crecer? ¿La hegemonía del «realismo» existe en verdad y opaca este mundo?
LB: Pienso que la hegemonía cultural y literaria marca la pauta de lo que se publica y se lee, de acuerdo con muchos intereses, por ejemplo, comerciales. En los programas oficiales de lectura poco a poco van desapareciendo los textos más imaginativos, y se quedan los que para ciertas autoridades reflejan la realidad de manera “fiel”. Llega un momento en el que leer literatura que no refleja esa realidad es una decisión de riesgo, porque incluso una se enfrenta a la burla. Por otro lado, aunque la lectura es obligatoria en el sistema educativo tal como lo conocemos, con el tiempo se va quedando al margen, porque en el sistema se busca que nos convirtamos en ciudadanos productivos, y de acuerdo con ese principio, leer es inútil y ocioso, una idea que me parece muy perniciosa. Y ahí hay un problema que tiene que ver con el capitalismo, porque se nos dice que si no estamos siendo productivos todo el tiempo, si no estamos haciendo cosas útiles, nuestra vida no tiene valor.

CD: ¿Has tenido una experiencia personal al respecto?
LB: Claro. Cuando recién llegué a la Ciudad de México cerca de los veinticinco años, tuve distintos trabajos para ganar un poco de dinero mientras aún me afanaba en dedicarme a cosas literarias, como la corrección de textos. Una de las cosas que hice fue hacer de nana de una niña, hija de una pareja que era amiga mía, y recuerdo una ocasión en la que estaba sentada en la sala leyendo, cuando llegó el marido y me dijo “ya te tienes que poner seria si quieres encontrar un buen trabajo, aunque yo sé que te encanta estar haciendo nada y leyendo y perdiendo el tiempo”. Y esa actitud tan displicente con que me hablaba me impactó mucho, porque a sus ojos, yo no estaba haciendo nada. Es un ejemplo de cómo el acto de leer se ve como ocio (y el ocio no es bueno); siguiendo la misma lógica, leer textos que en apariencia no tienen nada que ver con la realidad, en los que aparecen dragones, monstruos o viajes en el tiempo se percibe como perder doblemente el tiempo, como desperdicio de neuronas. Ahí yo veo muchos problemas. Ocurre que cuando una decide dedicarse a producir esta forma de literatura, contra todo pronóstico y advertencias, se enfrenta a prejuicios como el de este ejemplo, pero también al rechazo de las editoriales. Hay que oponerse a ese establishment literario que más que opacar (retomando tu pregunta anterior), no le da cabida a estos géneros, y menos si son escritos por mujeres, lo cual hay que cambiar.
CD: Lo anterior explicaría bastante la situación compleja que es el problema de la lectura en general y de otros géneros en nuestro país, a pesar de que México tiene una rica tradición en la literatura de la imaginación. ¿Desde tu perspectiva, cómo le ha ido a nuestro país en esa resistencia desde la ciencia ficción y lo fantástico?
LB: Depende. Si pensamos en que el único objetivo es llegar a los grandes consorcios o librerías comerciales, parecería que no nos ha ido tan bien. Pero yo creo que no todo tiene que verse como un negocio; además de que esa no es la única manera de llegar a la gente que lee. Creo que los proyectos independientes y las comunidades tienen mucha vida, a través de blogs, fanzines, convenciones, grupos de Whatsapp, colectivas de lectoras, en los que se mantienen dinámicas muy interesantes. Me parece excelente que encontremos vías alternativas, no solo para publicar sino también para generar comunidad, y en este sentido sí que nos ha ido bien. Sobre todo porque el auge de estos género, al menos en México, viene en oleadas. Justo ahora hubo una especie de explosión. Hay un montón de talleres, conferencias, publicaciones, colectivos, y eso está súper chido; eso se nota mucho en las condiciones de esta pandemia. Pero eso no quiere decir que el camino sea fácil o que el sistema vaya a cambiar de golpe. Valdría la pena preguntarnos si queremos tumbar ese sistema o crear uno nuevo. Yo le apostaría a lo segundo: generando conversaciones más horizontales y conscientes, en lugar de solo tratar de escalar un sistema que no está hecho para gente como nosotras.
CD: Pienso que la MexiCona, la primera convención mexicana online de ciencia ficción, fantasía y horror celebrada hace unas de semanas, entraría dentro de estos esfuerzos que generan comunidad y apropiación en el contexto actual del nuevo boom del cifi en México que mencionas. ¿Pero cómo surgió y cuáles son sus objetivos?
LB: Como dijimos en nuestro video de declaración de principios, surgió de conversaciones entre varias personas amigas. Luego, a lo largo de varios meses, estuvimos trabajando Andrea Chapela, Iliana Vargas, Gabriela Damián Miravete y yo en una antología de ciencia ficción escrita por mujeres (que está en proceso) y seguíamos con esa conversación. Coincidimos en la necesidad de buscar y escuchar otros puntos de vista, por eso decidimos que había que mirar hacia Latinoamérica. Lo común es ver que nos formamos leyendo ciencia ficción de personas anglosajonas, porque es lo que más se publica; también reconocimos que nos hacía falta conocer más literatura especulativa latinoamericana. La idea era hacer que más gente se uniera a la conversación; y esto tiene que ver con que el año pasado nos planteamos hacer esto a lo grande; luego cuando el mundo cambió, adaptamos nuestros planes para hacer algo más modesto, pero aprovechando la tecnología. Así fue que invitamos a gente con quien queríamos hablar para escuchar algo diferente.

CD: El programa fue increíble, extenso y diverso. Sin duda debió ser algo de valor incalculable para ustedes.
LB: Estamos súper contentas. Fue un esfuerzo muy con un resultado bello, un proyecto que confiamos en nos ayude a crear el lugar hacia el que miramos; lo principal es generar y fomentar una conversación que sea horizontal. En otras palabras lo primero es escuchar, y después ver qué es lo que se viene y qué es lo que se podrá construir. Nos interesa mucho eso. Pensar el futuro como algo en construcción que se va formando gracias a este tipo de iniciativas para crear nuevas literaturas y comunidades.
CD: ¿Cómo ha sido organizar a tantas escritoras y narradores del género en este contexto de crisis global?
LB: No fue tan difícil; a diferencia, por ejemplo, de que lo hubiéramos organizado de manera presencial. Además todo mundo nos dijo que sí, lo cual fue increíble. Fue laborioso, porque este tipo de encuentros siempre lo son, pero trabajar de manera colectiva entre Andrea, Iliana, Gabriela, yo y muchas personas más, ha rendido sus frutos gracias al entusiasmo de toda la gente que se sumó. Esto también tiene que ver con la crisis global que vivimos y con que la gente está mucho más dispuesta a conectarse desde su casa para interactuar desde distintas plataformas. Esa disposición podría ser un resultado paradójico de la situación actual, que no deja de ser interesante.
CD: Me parece un esfuerzo grandioso por todo lo que se tiene organizado, sobre todo en este boom cifi latino, anglosajón y chino reciente en nuestro continente. También nos enteramos que serás editora invitada de un número especial de ciencia ficción, fantasía y horror en la revista estadounidense Strange Horizons. Cuéntanos un poco de esa experiencia, ¿por qué será importante?
LB: La revista Strange Horizons me invitó a editar el número especial de México, y eso ha sido un honor y también mucho trabajo (había que revisar unos doscientos ochenta trabajos). Creo que ese paneo me permitirá tener un panorama más general de lo que se produce en todo el país, lo cual resulta inesperado y un gran privilegio. Me hago muchas preguntas a la hora de decidir si un texto pasa a la siguiente etapa o no, por ejemplo, pero es una experiencia muy estimulante. Estoy sumergida ahora en el cuenterío, tratando de tomar las mejores decisiones para este especial que se publicará en noviembre, y que no se pueden perder.

CD: Para finalizar, ¿qué le recomendarías a las y los escritores jóvenes de ciencia ficción? ¿Para qué seguir escribiendo?
LB: Que lean. Lean con locura todo lo que puedan; que lean de distintos siglos y épocas, de todos los géneros y personas. Y que lean a más autoras mujeres, por favor, y personas que no se identifican con un género específico. Por ejemplo, que busquen autoras que fueron poco reconocidas en el pasado, porque les aseguro que encontrarán cosas inesperadas y sorprendentes. Tendríamos que escribir para vivir, para sufrir, para divertirnos, no solo para ganar dinero, que no está mal, pero en este país no se escribe para eso. También les diría que escriban porque sí; una escribe porque puede, porque quiere. Y si escriben poco y lento, también está bien, no tienen que tener a fuerza cincuenta manuscritos en su disco duro o escribir una página al día, si ese no es su método. A las autoras jóvenes les diría que sé que sigue siendo difícil, que hay pocos espacios y muchas trabas; lo saben ellas, yo lo sé, pero sigan escribiendo, aquí estamos. Y las vamos a seguir, a escuchar, a leer y vamos a darles la bienvenida. Manden sus textos a todos lados, y si nadie se los publica, publíquenlos ustedes, creen los espacios, encuentren las vías necesarias; hemos estado haciendo eso toda la vida y lo seguiremos haciendo: construyan colectivos, métanse a talleres. También les diría a todas y todes que aprendan a redactar, porque el lenguaje es una herramienta: aprendan a usar sus herramientas. Escribir bien no tiene solo que ver con una cuestión de autoridad, sino también con aprender a comunicar lo que sienten, porque entre más conozcan el lenguaje mejor lo podrán usar.
*Para descargar, leer y jugar Un universo en el que no nos extinguimos. Una realidad más amplia 2.0, puedes hacerlo en la siguiente dirección: http://alargerreality.mx/2019/
**Para leer y descargar su relato más reciente, Pequeños actos de amor, junto a otros cuentos especulativos de las fundadoras de la MexiCona, puedes ingresar a la siguiente dirección: http://leeme.laboratoriodetecnologias.mx/colecciones/ciudad-y-futuro
Chessil Dohvehnain, arqueólogo de profesión, escribe sobre ciencia ficción y fantasía para The Fiction Review. Puedes seguir al autor en Twitter (@JoyDohveh), Instagram (@dohvehnain), Facebook (Joseph Chessil Dohvehnain), o en su columna en La Jornada San Luis (https://lajornadasanluis.com.mx/seccion/opinion/joseph-chessil-dohvenhain/).